Artículo especial: La primera bailarina Miranda Zhou-Galati
La revista Taste of Life es la publicación bilingüe sobre el estilo de vida lujoso más importante de Francia y Canadá; se publica en chino e inglés y se dedica a conectar Oriente y Occidente mediante la apreciación de la belleza y la elegancia arraigada en ambas tradiciones.
En su última edición, TOL entrevistó a la primera bailarina de Shen Yun Miranda Zhou-Galati. Miranda es parte de Shen Yun desde 2006. En 2014 ganó el primer lugar en la Competencia Internacional de Danza Clásica China de NTD (categoría femenina adultos), en 2012 obtuvo el segundo lugar en la misma competencia y en 2010 obtuvo el primer lugar (categoría femenina juvenil). En la última temporada, Miranda estuvo de gira con Shen Yun por América del Norte y del Sur.
De Poesía en movimiento, de TOL
Si la poesía pudiera cobrar vida, veríamos bailar a Miranda Zhou-Galati. Como una de las principales bailarinas de Shen Yun Performing Arts, su arte canta como un soneto compuesto desde su alma –auténtica, inocente, noble, feliz.
El foco en la naturaleza interna del artista –llamado porte, o el yun de Shen Yun– es la principal distinción entre la danza clásica china y otras formas de danza. El yun tiene un punto de partida diferente, es un viaje de adentro hacia fuera. La conexión de Miranda con su espíritu mientras baila es tan clara, verdadera e inconfundible que me sorprendió saber que no fue siempre así.
Nacida en Toronto de un padre italiano y una madre china, el yun era un concepto nuevo para Miranda, que en su niñez aprendió ballet.
Aunque en la distancia son dos mundos aparte, ella vio que su herencia occidental y asiática eran muy cercanas en esencia.
“Siento que el Renacimiento italiano fue similar a la cultura clásica china, donde la gente tenía más conexión con los Cielos”, dijo, especialmente lo que exuda la Capilla Sixtina y la Basílica. “Puedes verlo en sus pinturas, cuando apuntan arriba o cuando se ve un halo detrás de la cabeza de alguien. La fe, la creencia y la conexión con lo divino eran evidentes en los tiempos antiguos, aunque no mucho en los tiempos modernos”.
Un gran a-porte
“Al principio, fue algo difícil porque al ser una de las pocas bailarinas no completamente chinas, tuve que buscar ese porte interno”, cuenta Miranda. “Ese fue uno de los máximos desafíos”.
Aunque cultivar el yun puso a prueba a la joven bailarina, este fue también el componente de la danza clásica china que más la intrigó. “El porte interno de un artista es realmente asombroso”, dice. “La danza clásica china puede utilizarse para retratar casi cualquier cosa, cualquier personaje, incluso diferentes emociones con diferentes expresiones faciales, lo cual considero muy, muy diferente del ballet. En realidad, pienso que estas dos formas de arte son extremadamente diferentes”.
Cultivar el yun comenzó con los libros. “Traté de aprender más sobre cultura china, danza clásica china y la historia subyacente”, cuenta Miranda. “Al representar a cierto personaje, aprendía qué hace único a ese personaje, cómo era su porte y qué emociones tenía”.
Lo que siempre le parecía acertado al aprender sobre esas leyendas era que “la gente siempre ponía énfasis en los valores morales y en las características morales –esa es una parte muy importante de la danza clásica china y su cultura”.
Una vez que entendía el contexto del personaje, Miranda pasaba a integrar mente y movimientos. “Probaba diferentes movimientos y buscaba el significado detrás”. Ella se hacía la pregunta: “¿Qué está intentando reflejar este movimiento, o qué tipo de expresión está tratando de reflejar en ese momento?”
Miranda luego integraba la preparación intelectual con la física, y adoptaba una perspectiva en la que no se limitaba a representar el personaje, sino que ella misma se convertía en el personaje, ya que imitarlo sería inverosímil.
Al observar el comportamiento suave y grácil de Miranda, es fácil ver por qué “personajes etéreos como las hadas celestiales” le salen de manera tan natural a la encantadora bailarina. Pero hay un personaje legendario de la antigua China (y también de la cultura popular de hoy) con el que no fue así.
Mulan
“Mulan tiene más fuerza y representa el valor y un ambiente de guerreros”, cuenta Miranda, que pasó incontables horas en la biblioteca y frente a un espejo practicando para convertirse en la leal heroína. “Fue un desafío mayor, no solo por el porte interno y sus sentimientos, sino también por la forma de arte –los movimientos de Mulan mostraban una gran fuerza y eran más marcados, rápidos y fuertes, algo a lo que yo no estaba acostumbrada”
Cuando ya se acercaba una importante competencia, Miranda tuvo que enfrentar un obstáculo más, algo que solo el corazón de Mulan podría ayudarla a superar. “En un ensayo, salté y al aterrizar me doblé el tobillo”, cuenta. “Estaba en el piso y me di cuenta: es mi propio cuerpo, yo lo controlo, así que si pienso que estaré bien, estaré bien. Me levanté y, aunque el pie se sentía extremadamente blando y el hueso se sentía como gelatina, seguí y terminé la danza. En la cultura china decimos que el cuerpo y la mente son una misma cosa, así que si tu mente es fuerte entonces tu cuerpo estará bien”.
Miranda no quiso rendirse ante la lesión y participó de la competencia representando a Mulan. “Podía sentir que el hueso y el músculo seguían torcidos. Pero pensé que debía ser menos egoísta, dejar de pensar en mi dolor, tolerarlo, perseverar y superarlo, porque lo que hacemos es tan significativo”, dice, reflexionando sobre la misión de Shen Yun de revivir la danza clásica china.
Se subió al escenario y el dolor disminuyó cuando se entregó a un solo pensamiento: “Debo ofrecerle al público la mejor actuación posible”. Así lo hizo y se llevó la medalla de oro.
A lo largo de los años, a pesar del dolor, la fatiga y otras dificultades, nada se compara con su relación con el público. “Definitivamente intento conectarme con el público cuando estoy sobre el escenario”, comenta. “Si ellos se conmueven, puedo verlos llorar, o si están felices, puedo ver grandes sonrisas en sus rostros. Para el público es algo muy grandioso, se siente como una especie de esperanza para la humanidad”.