El Granjero Divino de la Mitohistoria
Shen Nong as representado en una pintura de 1503 por Guo Xu.
Hace miles de años, incluso antes de las dinastías, los antiguos chinos creían que su cultura les había sido transmitida por los dioses, y que los gobernantes de la antigüedad eran mitad humanos, mitad divinos. Uno de tales semidioses era conocido como Yandi. Esta es su historia.
Yandi era un emperador sabio y benevolente. Tenía el cuerpo de un ser humano, la cabeza de un buey y un abdomen transparente. Lo llamaban el ‘dios del sol’, aunque tuvo muchos otros nombres. Gracias a sus contribuciones a la agricultura, la herbología y la medicina, se ganó el nombre de Emperador de los Cinco Granos y el Dios de la Medicina China. Pero el nombre con el que mejor se lo conoce hoy en día es Shen Nong, que significa el “Granjero divino” (shén nóng 神農).
Cuenta la leyenda que un día un ministro llegó a la corte de Shen Nong y le pidió que visitara a un anciano que sufría fuertes dolores. Nadie sabía qué le pasaba al pobre hombre o cómo ayudarlo, y en esa época no había medicinas ni un sistema apropiado de tratamientos médicos. El anciano falleció poco después.
Este incidente afectó profundamente a Shen Nong: ¿cómo podía no hacer nada mientras su pueblo sufría y moría? Se decidió a hacer todo lo posible para expandir el conocimiento médico.
Sacrificio altruista
A partir de entonces, todos los días Shen Nong se metía en el bosque y buscaba plantas silvestres, tomando muestras de todas las plantas que encontraba. Las categorizaba según su sabor y atributos –aquí le venía bien su estómago transparente– y descubría cuáles eran venenosas y cuáles tenían propiedades sanadoras. En total identificó 365 hierbas medicinales, numerosas frutas y vegetales, y los cinco cultivos esenciales de la antigua China: arroz, trigo, sorgo, mijo y frijoles.
Mediante estas aventuras de sabor, Shen Nong pudo comprender cómo crecen las diferentes plantas, qué tipo de suelo es mejor para las diferentes hierbas y en qué estación se desarrollan mejor.
Se dice que Shen Nong inventó el calendario, el arado y el hacha. También trazó planes para el cultivo, la preservación y el almacenamiento masivo de alimentos, para que su gente siempre tuviera suficiente para comer. Esto marcó el comienzo de la agricultura en China. Miles de años después, eruditos de la Dinastía Han compilaron un libro basado en los hallazgos de Shen Nong: El Clásico de las Hierbas y las Raíces, del Granjero Divino (神農本草經 Shén Nóng Běn Cǎo Jīng).
Uno podría preguntarse cómo es que cada día Shen Nong consumía incontables hierbas no identificadas, pero no le causaban problemas. ¿Acaso nunca se envenenó sin querer? De hecho, sí, incluso hasta 70 veces por día. Pero Shen Nong había descubierto un antídoto que curaba todos los envenenamientos. Se llamaba chá (茶), y es más conocido como té.
Según la leyenda, el té fue descubierto
por el legendario Shen Nong.
Un día, Shen Nong estaba armando un fuego para hervir agua cuando unas hojas cayeron en la olla. Shen Nong, que ya estaba acostumbrado a probar cualquier cosa que cayera en sus manos, naturalmente probó un sorbo. Sorprendentemente, el extraordinario brebaje no solo lo ayudó a eliminar las toxinas de todo lo dañino que intentaba digerir, sino también le permitió vivir hasta la madura edad de 120 años.
Desafortunadamente, el Granjero Divino no siempre tenía té a mano. Su final llegó cuando Shen Nong probó “césped que parte los intestinos” (斷腸草 duàn cháng cǎo), el cual demostró ser tan doloroso como suena. Incapaz de beber su antídoto a tiempo, Shen Nong murió. Pero su legado de altruismo aún sobrevive. Y el extenso conocimiento que nos dejó –los frutos de su sacrificio– continúan beneficiando a la humanidad.
La antigua China era una tierra donde dioses y mortales convivían y crearon una cultura inspirada en lo divino. Y así ocurrió que la historia china más temprana y la mitología están estrechamente relacionadas. Nuestra nueva serie de “Mitohistorias” te presenta los personajes protagónicos de las maravillosas leyendas de China.