Conoce al Gran Emperador de Jade
El Emperador de Jade (玉皇大帝 yù huáng dà dì) es bien conocido como el líder de los Cielos en el folklore tradicional chino, especialmente en el Daoísmo, y también en Viaje al Oeste, la novela clásica sobre el Rey Mono y el Monje Tang en una peligrosa búsqueda de las escrituras budistas. Según los Registros del Virtuoso Emperador de Jade, antes fue el príncipe del Maravilloso Reino Brillante (suena mucho más elegante en chino).
Este es un reino que existió hace mucho, mucho tiempo. Bajo el mandato del Rey de la Pura Virtud y la Reina de la Luz de Luna Dorada, el reino era pacífico y feliz. Pero el rey y la reina se estaban poniendo viejos y todavía no había un heredero. “Cuando yo no esté, ¿quién cuidará al reino?”, se preocupaba el anciano rey. Así que le ordenó a los monjes daoístas del reino que rezaran a las deidades por un hijo. Durante más de medio año, el rey y la reina también rezaron dos veces por día sin falta, y sin resultados.
Finalmente, su pedido sincero conmovió al Amo Primigenio del Cielo. Él creó un niño para el rey y la reina y luego envió a una deidad daoísta para entregárselo a la pareja.
Esa noche, profundamente dormida, la reina soñó que un resplandor santo envolvía al palacio. El daoísta descendió del cielo, cargando un niño hermoso y radiante. Arrodillada frente al santo, la reina suplicó: “Mi rey no tiene heredero. Le imploro que con su compasión nos ofrezca este niño”. El daoísta respondió: “Este no es un niño común. Un día alcanzará el nivel más alto del Dao. Debes cuidarlo bien”. La reina agradeció a la deidad y extendió sus brazos para recibir al niño. La deidad le entregó al bebé, pero era tan pesado como una montaña y la reina se despertó sobresaltada. Se apresuró a contarle al rey quien, para maravilla de ambos, había tenido exactamente el mismo sueño.
Al día siguiente, la reina descubrió que estaba embarazada, y un año después nació un hermoso príncipe. Su cuerpo brillaba con un resplandor dorado, iluminando todo el reino. Cuando se hizo adulto, ofreció al reino alimentos y tesoros para los pobres y los huérfanos.
Un tiempo después, el rey murió. Después de que el príncipe ascendió al trono, gobernó con sabiduría y benevolencia. Pero pronto se dio cuenta de que todos los seres en su reino estaban sufriendo y no tenían manera de romper con el ciclo de muerte y reencarnación. Decidió abdicar el trono y, luego de dejar el reino a manos de un ministro virtuoso, ingresó a las montañas. Allí buscó el Camino, o el Dao, esperando descifrar los misterios del universo y romper con las limitaciones de la mortalidad y el sufrimiento.
Cultivó su espíritu con mucho esfuerzo durante 3.200 kalpas, hasta que finalmente logró la iluminación y se convirtió en un santo daoísta, y pasó otros 100.000.000 kalpas acumulando suficiente virtud como para convertirse en el gobernante de los Cielos. ¿Cuán largo es un kalpa? Aproximadamente el tiempo entre la creación de un universo y la subsiguiente recreación.
* * *
En Viaje al Oeste, del siglo XVI, el Emperador de Jade es descrito como grandioso y austero, pero también como alguien que se asusta fácilmente y es algo incompetente. Se preocupa constantemente, difiere las decisiones importantes a sus consejeros, asigna un mono a “cuidar” un jardín de melocotones mágicos (en la cultura china, a los monos se los asocia más con comer melocotones que con bananas), y generalmente parece incapaz de hacer nada excepto dar órdenes desde su trono. De muchas maneras, parece más un gobernante humano que uno divino.
Pero todas las historias necesitan personajes secundarios interesantes. Y todas las historias necesitan, más que nada, entretener. Y en una historia que abarca casi todo el panteón budista y daoísta –desde la Pusa Samantabhadra a los Tres Puros– no todos los dioses pueden ser perfectos.
Evidentemente, ser el Emperador del Cielo no es tarea fácil. No es de sorprender entonces que en Viaje al Oeste, cuando el Rey Mono intenta que el Gran Emperador de Jade abdique su trono celestial y le entregue el puesto a él, un mono que en ese momento no tenía ni siquiera 400 años de edad, este queda aplastado debajo de una montaña durante medio milenio.
30 de abril de 2017