El anciano y la barba (parte 3)
El joven y el mar - Ben Chen en Florida.
Después de unos meses ensayando y actuando con mi nuevo grupo, la Compañía de Nueva York de Shen Yun, ya estaba felizmente integrado. Un día alguien me preguntó cómo me sentía por ya no ser un bailarín principal, y si me sentía “degradado”. Pensé en ello, y llegué a la conclusión que no había nada más lejos de la verdad.
Realmente nunca me importó en qué parte del escenario estaba, siempre que fuera parte de Shen Yun. Estar en Shen Yun me hizo tomar consciencia de mis 5.000 años de herencia china como nunca antes, ya fuera en nuestro entrenamiento diario en la auténtica danza clásica china, o en nuestros estudios de una versión de la historia china que no sufrió las censuras ni las deformaciones del Partido Comunista Chino.
Me siento más chino aquí que en los años de mi infancia en Beijing, donde siento que mi identidad cultural y étnica estaba definida más como comunista que como chino. Estar en Shen Yun me hizo darme cuenta de lo orgulloso que debo estar de mi ADN chino, de cuánto ha sufrido nuestro pueblo por la persecución del partido y la destrucción de la cultura tradicional, y del enorme honor que debo tener por ser parte –incluso si no es una parte protagónica- de la grandiosa misión de Shen Yun de revivir la cultura china que tanto tiempo estuvo perdida, y compartirla con el mundo a través de las artes escénicas. Si pudiera elegir en qué lugar del mundo estar, sería estar aquí mismo haciendo exactamente lo que estoy haciendo ahora. ¿Qué más puedo pedir?
Al estar en una compañía nueva con muchos bailarines principales que son súper-estrellas como Steven Wang, Rocky Liao, Tony Xue, Michelle Ren y Chealsea Cai, me doy cuenta de que todavía tengo un largo camino por delante antes de alcanzar su nivel y que tengo mucho que aprender de ellos. También creo que una vez que un artista considera que ha alcanzado su cúspide, eso realmente le cierra toda posibilidad de mejorar, porque SIEMPRE se puede mejorar.
A diferencia del ballet, donde generalmente la atención se centra en uno o dos solistas bajo el haz de luz mientras que el corp-de-ballet raramente tiene oportunidad de lucirse, la coreografía de danza clásica china que presenta Shen Yun es muy distinta. En cualquier pieza, todos pueden estar bajo el haz de luz al mismo tiempo. Alguien de repente puede dar un impresionante salto con una técnica que pone los pelos de punta, y luego desaparecer entre el grupo, que se mueve en una formación en constante cambio. Incluso los bailarines más altos –como yo- tenemos muchas chances de estar en el centro de la primera fila. Todo depende de la coreografía.
En los ensayos todos aprendemos las mismas combinaciones, practicamos las mismas técnicas y pasamos por el mismo entrenamiento de resistencia. En el escenario, todos ejecutamos los mismos movimientos durante las secciones de danza grupal y se espera que todos alcancemos el mismo nivel de habilidad técnica.
Cuando, después de incontables horas de trabajo, 17 de nosotros somos capaces de bailar en sincronización perfecta, nos sentimos como un solo cuerpo. Subimos al escenario como un bailarín, cuya destreza proviene de los esfuerzos colectivos de cada persona. Si cada uno sobre el escenario –incluso el bailarín en la esquina más alejada- fuera un bailarín principal y tratara a su participación como un solista, ¿cómo saldría la danza? ¿Cómo saldría el show? Nadie lo explica mejor que un antiguo proverbio chino: “Cuando el nivel del agua se eleva, el nivel del bote se eleva”. (Créanme, suena mejor en chino…)
Lao-tsu, otro anciano con barba
de los 5.000 años de historia
china.
Lao-tsu, fundador del Daoísmo que vivió hace unos 2.500 años, consideraba al agua como la virtud más alta, y enseñó que “el océano es el rey de todos los valles”. Esto es porque el agua lava todo, dejándolo limpio, y nutre la tierra. Toda el agua de los ríos y los arroyos fluye hacia el océano –hacia las partes más bajas de la superficie de nuestro planeta- y es exactamente esta humildad lo que provee a ese enorme cuerpo de agua de una increíble fuerza interior.
… Esa es una filosofía que yo llamo: El anciano y el mar.
De todos modos, cuando las nuevas coreografías del año que viene están a la vuelta de la esquina -ya que estarán antes de que mis amigos puedan deletrear shenyunperformingarts.org- no me importaría si… No, en realidad, sería un honor para mí, de hecho, si me eligieran para representar a otro anciano con barba.
Ben Chen
Bailarín de la Compañía de Gira de Shen Yun. Escribe con acento británico.
16 de marzo de 2011